viernes, marzo 29, 2024

Crítica de ‘Big eyes’: Burton en modo película para televisión

Las críticas de Óscar M.: Big eyes
Hace muchos años que Tim Burton abandonó ese aire oscuro y tétrico (aunque siempre rodeado de humor) que tanto caracterizaba a sus películas, las dos primeras entregas de Batman, Bitelchús o Pesadilla antes de Navidad son claros ejemplos del particular y conocido estilo del director.
Pero Burton ha demostrado ser muy inteligente y ha sabido siempre estar a la vanguardia (con más o menos acierto, aún recuerdo el sopor y aburrimiento infinito de Sombras tenebrosas, que hubiera dejado a la mitad de no ser por Michelle Pfeiffer) y se embarca en proyectos cada vez más curiosos, como recuperar uno de sus primeros cortos y convertirlo en una de las películas animadas más divertidas del director, Frankenweenie.

En Big eyes se ha propuesto realizar la versión cinematográfica de la historia real del matrimonio Keane, famosos en el mundo entero por las pinturas de niños tristes, solitarios y con unos característicos ojos grandes y llenos de lágrimas. Y Burton se mimetiza con el tipo de historia que quiere narrar y realiza una colorida, luminosa y correcta película para televisión.
Pero que nadie piense que Burton se ha vendido al mejor cheque con más ceros, el director no olvida sus orígenes y se permite el lujo de autoplagiarse con las escenas iniciales, que parecen situarse en el pueblo protagonista de Eduardo Manostijeras, para, posteriormente, representar en pantalla la vida en los años sesenta con una fidelidad de vestuario (como el que lleva el personaje interpretado por Krysten Ritter, que recuerda al de Winona Ryder en Bitelchús hasta en el corte de pelo) y localizaciones que merecen ser destacadas.
Además, consigue demostrar que puede sacar lo mejor de los dos actores protagonistas: consiguiendo que el público se enamore y sienta compasión de la rubia platino Amy Adams (comprendiendo su sumisión tras su fracasado matrimonio) y que desarrolle cierta animadversión por el personaje de Christoph Waltz, hasta el último tercio, cuando la historia da un giro cómico inesperado que hará llorar de la risa a los asistentes (Waltz es, sin duda, de lo mejor de la adaptación, llegando a alcanzar un punto de comedia física que sólo tienen los clásicos).
El guión no es excesivamente complicado y no por conocer la historia real y su final en los tribunales resulta menos entretenida, en parte gracias a las interpretaciones de los actores y en su mayor medida a los saltos temporales del argumento, que van directamente a los momentos importantes de la vida de los protagonistas (los guionistas Scott Alexander y Larry Karaszewski han hecho un mejor trabajo que en Man on the moon o 1408), hecho que acerca a Big eyes aún más al estilo de película para televisión que está presente durante todo el metraje.
Burton vuelve a utilizar los efectos especiales al servicio de la historia, y, a pesar de que en el tráiler ya se veía que los ojos grandes acosarían a la protagonista, las elecciones de Amy Adams y Madeleine Arthur tienen mucha importancia y es inevitable pensar que tanto sus ojos, como los de Ritter, han sido agrandados en cada plano, provocando que el subconsciente del espectador esté totalmente pendiente de este hecho y consiguiendo que se tenga fijación por los ojos de las protagonistas, como tuvo la propia señora Keane.
La música de Danny Elfman ayuda a transmitir esa sensación de película de televisión que Burton quiere, con una composición altamente presente e insistente, que va desde los temas más melodramáticos hasta los más joviales y musicalmente más desenfadados. Se abusa quizás demasiado de la banda sonora (la canción de Lana del Rey se reserva, como no, para los créditos), resultando un poco excesiva, pero sin llegar realmente a ser molesta o situarse por encima de los actores o el argumento.
Big eyes recupera para el público a un maduro Tim Burton, que se reconcilia tras sus últimas producciones (adaptaciones y remakes que parecían hechas por encargo y con poco interés) y demuestra que no sólo vive del género fantástico o la animación, consiguiendo una película adulta  (y, en el último momento, hasta divertida) para toda la familia.

3 COMENTARIOS

  1. bostezo y más bostezo. No sé como a tim burton le sigue apasionando lo que hace…igual no le apasiona y firma sus trabajos como un mero funcionario.

    Me aburre su cine desde hace décadas.

  2. me ha encantado la pelicula.Ella decide contar la verdad cuando conoce a los Tj y a partir de ese momento empieza pintar los ojos felices y no tristes.
    Jw.org

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