A Sasha Grey la acompañan Chris Santos, Peter Zizzo, Mark Jacobson, Glenn Kenny, Philip Eytan, T. Colby Trane y David Levien, nn gran reparto que apenas aparece para una película que nos traslada a las semanas previas a las elecciones presidenciales de 2008 en USA, y nos cuentan cinco días en la vida de Chelsea, una acompañante o prostituta de lujo, según queráis llamarlo, de Manhattan que ofrece a sus clientes algo más que sexo.
La protagonista está convencida de controlar su vida al cien por cien, y contempla su futuro con plena confianza por el mero hecho de ser su propia jefa, con una buena reputación (matizo, re-putación), ganando más de 2.000 dólares a la hora y, además, con un novio comprensivo y atlético que acepta su forma de vida aunque siempre con la norma de no viajar con los clientes.
Hasta aquí podríamos pensar que se trata de una película con bastante trasfondo, que trata la alta prostitución con los problemas económicos de Estados Unidos y narrando en experiencias propias como vivieron los americanos las elecciones. Auténticamente un guión para que Soderbergh demuestre su buen hacer… pero no ha sido así. Es un quiero y no puedo de una película que no aporta nada, que no nos llega a convencer de los problemas de la joven ni llegamos a entender su relación con su pareja por culpa de los giros temporales del guión, desubicándonos totalmente de donde nos encontramos en cada instante. Y es que el director intenta corregirlo diciendo que intenta reflejar la vida interior de la protagonista, pero esa mujer tiene muchas cosas en su interior menos este caos temporal.
La joven actriz ha hecho su debut por la puerta grande, eso sí, pues es difícil que te llame a la puerta un director de tan alto nivel para un papel así, y todo el mundo puede pensar que nadie quería un papel en el que tuviera que enseñar o hacer demasiado en pantalla, pero no entendemos el motivo de tal decisión si no es para buscar polémica. La película defraudará a los fans de la actriz casi tanto como a los fans del director. No es que actúe mal, que no es el caso, pues al estar rodada como si se tratara de un documental, con poca postproducción en audio y vídeo, la actriz no debe interpretar demasiado, sino limitarse a realizar conversaciones sobre política y sexo con los diferentes actores, sin tener que mostrar demasiadas emociones ni sentimientos.
Si nos trasladamos al tema del montaje, la verdad es que han hecho un buen trabajo, ayudado de una buena ambientación, pero el uso excesivo de cámara en mano para el rodaje provoca en más de una ocasión cierto mareo en el espectador, que no necesita notar el «traqueteo» de un coche, ni las panorámicas tras un sofá donde no distinguimos ni a los protagonistas. Muchas veces se busca un nuevo punto de vista, pero esta actriz conoce muchos más de los que nos podemos imaginar y no han sido empleados.
Realmente algo que acompaña toda la película, y es de agradecer, es una buena banda sonora, muy instrumental, que muestra los distintos sentimientos que emanan (entre otras cosas) de la protagonista. Lástima que en ocasiones nos recuerde mucho al cine de Monty Python al mostrarnos al grupo o cantante en cuestión, tocando en plena calle, algo que quedaría bien en un documental si no fuera por el resto de escenas que acompañan a la película.
En definitiva, una película difícil de tragar (no quiero bromas), que se hace larga (menos bromas, por favor) y no da pie a elogiar a una actriz que merecía una mejor oportunidad para entrar en el cine convencional.
Sí, yo estuve a punto de criticar el tema de los encabalgamientos de imagen y sonido, pero no quería dar pie a uno de esos comentarios.