sábado, abril 20, 2024

‘Morning Glory’: Rachel McAdams se siente cómoda con las comedias

Las críticas de David P. «Davicine»: Morning Glory

Morning Glory podría parecer una comedia romántica más, o una película más sobre los entresijos de la televisión, al igual que se han hecho muchas películas sobre los entresijos de Hollywood, pero queriendo aprovechar el buen momento que pasa la tele frente al cine. Este tipo de películas suelen funcionar bien por estar repletas de estrellas, aunque generan ciertas reticencias en el espectador medio, que tan sólo quiere una película para desconectar y despreocuparse un rato de sus problemas diarios, pues suelen ser menos divertidas de lo que se espera, o peor, que se mezcle el género con el de comedia romántica que no aporta nada, que no trasmite nada, y que nos dejan indiferentes fuera de las fechas previas a San Valentín.
Pues bien, nada de lo dicho antes se corresponde con la forma en la que podríamos definir Morning Glory, ya que no nos muestra los entresijos de un programa de televisión matinal, sino que nos aportan una visión de la parte humana que se oculta detrás de este tipo de programas, desde los productores ejecutivos, que trabajan a la sombra y tras las cámaras, hasta los presentadores que están frente a las cámaras, pero no tienen porque comportarse detrás de ellas de la misma forma. Efectivamente nos muestran como es ese mundo por detrás, pero de una forma muy entretenida y amena, una historia ágil, que engancha y que nos saca una sonrisa durante todo el metraje de la misma.

En Morning Glory siguen los pasos del día a día de una joven, y todavía ingenua, mujer dentro del ambicioso mundo televisivo, que se traslada de su pequeño programa de televisión a la Gran Manzana donde afrontará una nueva etapa laboral, repleta de tiburones que no le pondrán las cosas fáciles, y tendrá que lograr ganar experiencia a marchas forzadas dentro de ese entorno empresarial. Con esta trama podríamos pensar que estamos ante El diablo se viste de Prada, pero realmente es una película que, sin ser novedosa en cuanto a la trama, si que aporta un humor fácil e inteligente (que sí que se puede lograr).
Puede que el director, Roger Michell, hubiera podido pedir algo más a su guionista, Aline Brosh McKenna, para dotar de una trama más compleja a la película, y darle mayor profundidad, pero realmente no es necesario pues logra con humor salvar muchas ausencias, con un toque mordaz y unas interpretaciones sólidas que tan sólo baja el ritmo al final de la misma.
Estamos ante una buena película que podría haberse convertido en un gran película con unos cuantos retoques narrativos y si hubieran desarrollado algo más la personalidad de sus protagonistas, pues la parte que nos muestra lo que está detrás de las cámaras está muy bien planteada, desde las reuniones matinales para organizar el programa, hasta la sala de montaje donde preparan todo para que no se cuele un pie de foto donde no debe, clasificando y enlazando los segmentos del programa, así como la creatividad de la productora ejecutiva para lograr nuevas secciones y un planteamiento distinto para mejorar la audiencia.
Realmente todo lo que nos muestran lo acompañan con un buen sentido del humor, a pesar de ser un trabajo que requiere mucho esfuerzo, pero su protagonista absoluta, la joven e ingenua Becky Fuller, es el tipo de persona que el espectador medio quiere en pantalla, viendo como aprende nuevas lecciones, evoluciona, y logra abrirse camino en una profesión. Aunque igual de importante es que el personaje esté bien definido como que la actriz que está detrás dandole vida, y aquí, Rachel McAdams, dota de alegría y sonrisa a su personaje, una chica que emana simpatía e inteligencia, que derrocha vitalidad por cada uno de sus poros y nos hace sentirnos a gusto con ella, incluso permitiéndose el lujo de tener escenas emotivas y dramáticas, salvándolas con holgura.
Lo único que se hecha de menos del personaje de McAdams es conocer algo más de su vida privada, pero las limitaciones en la duración de una película no dan para tanto, y tan sólo nos pueden poner sus flirteos en su escaso tiempo libre. Ahora bien, lograr que hablemos de ella en primer lugar, estando acompañada de unos secundarios de lujo, es un gran logro, pues no todos los actores o actrices pueden hacer que les citemos antes que el gran y experientado Harrison Ford, que nos deleita con un excepcional personaje, huraño y amargado, que ha estado en lo más alto y ahora quiere recuperar lo que un día fue, pues nunca ha aceptado salir de pantalla. Un hombre que deseaba estar en solitario en un programa de noticias, pero que se debe conformar con el escaso tiempo que se le da en un programa, sin libertad creativa. Y para acompañar a Ford, en el apartado de actores veteranos, han escogido a Diane Keaton como copresentadora del programa que ambos llevan, pero que lo que se ve en pantalla no es lo mismo que hay detrás, y el odio entre ambos, estrellas que no quieren que les hagan sombra, da pie a grandes secuecias de humor. Keaton da vida a un personaje muy crítico, pero que acepta, con resignación, lo que le ha tocado hacer, aunque tampoco dan a la actriz muchas posibilidades para explorar con su personaje.
Otro punto a destacar de la película es la impecable banda sonora, con una gran selección de temas musicales que acompañan algunas secuencias de la película como si de un videoclip o anuncio televisivo se tratase, pero que dotan a la misma de un dinamismo eficaz a la hora de contar una historia, sirviendo para dar un contraste entre el estres laboral y los momentos de gozo en compañía de las personas que aprecia y quiere. Sólo echamos en cara que puede llegar a parecer cursi en algunos casos, como una secuencia de felicidad extrema con cámara lenta incluida, pero en general no desentonan con el ritmo narrativo.
Una película sencilla, sin demasiadas aspiraciones narrativas, pero que logra, secuencia tras secuencia, sacarnos más de una sonrisa, y demostrar que todavía se pueden hacer comedias románticas repletas de frescura… mostrándonos una faceta en la que Rachel McAdams se encuentra cómoda, y esperamos verla asi en muchas más ocasiones.

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