jueves, marzo 28, 2024

‘Más allá de la vida’: Tres bellas historias alrededor de la muerte

Las críticas de David P. «Davicine»: Más allá de la vida

Clint Eastwood es un director que sabe como exprimir al máximo una película, bien sea de cine bélico, un drama o de ciencia ficción, como es el caso de la película que nos toca, donde se aleja de las historias reales para mostrarnos la realidad de algo que muchos escépticos dirán que no puede ser, pero en las manos de Eastwood es difícil que alguien dude que lo que en Más allá de la vida se muestra no pueda ser tan real como la vida misma.

Con un arranque impresionante, que bien podría ser el inicio de la película más épica e impactante de una historia real basada en las catástrofes creadas por un tsunami, tan de moda, por desgracia, en los últimos años, donde nos pone la piel de gallina y el corazón a mil, presenciamos tres historias paralelas, de personas normales. A diferencia de lo que estamos acostumbrados a ver en este tipo de películas, donde conocemos historias paralelas unidas por el amor, por los sentimientos o por la vida misma, aquí tienen como único punto en común la muerte, bien sea la muerte vivida en nuestras propias carnes, en la de un familiar, o en la de un hombre con el don de comunicarse con los muertos.

De una forma pausada, que contrasta con el inicio de la película, conocemos a las personas implicadas en estas historias, trasladándonos a Francia, Reino Unido y Estados Unidos, viviendo el día a día de una mujer, un niño y un hombre, que cada uno tiene sus problemas, sus conflictos internos, pero sus vidas han cambiado por culpa de la muerte, y deben encontrar respuestas para poder salir adelante y continuar con la vida, que es lo único que les queda. Curiosamente el tratamiento de a muerte en esta película es lo que más nos sorprende, pues estamos acostumbrados a ver la muerte desde un punto de vista muy distinto en las películas de este director, que tiene más fallecidos en sus películas como actor que muchas estrellas de acción actuales, pero desde que se pasó a la dirección ha sabido encontrar esos sentimientos perdidos en películas del tipo Harry el sucio. Eastwood nos ha ofrecido joyas como Million Dollar Baby, aunque la muerte ha estado presente en otras obras maestras, como Cartas desde Iwo Jima, pero siempre con gran calidad en sus trabajos, como Gran Torino… obviando su trabajo en Invictus, rechazado por muchos seguidores de Eastwood por no mantener ese nivel de calidad presente en anteriores trabajos. Ahora bien, estamos ante una película que seguirá los pasos de Banderas de nuestros padres, que tiene una gran calidad, tanto en la historia, la dirección y la interpretación, siendo un drama con todas las de la ley, aunque quizás no logre meternos en los sentimientos de los protagonistas.

Matt Damon, Cécile de France y el joven George McLaren ponen rostro a los personajes principales. Damon consigue una gran interpretación, demostrando que no sólo sabe de acción, como ha demostrado en la saga Bourne, y se pone en la piel de George, un melancólico hombre que vive arropado por su propio silencio, aportando con su trabajo todo lo que puede haberse quedado fuera del guion, trasmitiendo perfectamente la soledad que siente una persona con su don, el don de hablar con los muertos, pero que no encuentra felicidad en su vida. Ahora bien, si Damon hace un gran trabajo, Cécile de France, por la cual siento especial predilección desde su gran trabajo en Alta tensión, es la réplica perfecta para Damon, capaz de llenar la pantalla con su sola presencia, capaz de transmitir con sus gestos todo lo que es imposible transmitir con palabras, y aportando una «credibilidad increíble» en una historia difícil de creer, pues no hay pruebas de lo que ha vivido, pero a mi me ha convencido. Por último, el actor con menos experiencia, debido a su edad, McLaren, manifiesta a la perfección el miedo a estar solo tras la pérdida de su hermano gemelo, tras el cual siempre ha estado oculto y a salvo, siendo el hermano débil, por decirlo de algún modo, aunque quizás todavía tiene que actuar mucho más para que no choque en alguna secuencia en la que no logra hacernos comprender lo que le mueve a realizar ciertas acciones. Y nada seria de un actor principal si no encuentra respuesta en los secundarios, que no desentonen para que la película no flojee, y aquí es donde debemos citar a Bryce Dallas Howard, una atractiva actriz que logra dar vida a Melanie, una joven repleta de energía y emotividad, compañera de las clases de cocina a las que acude George, y gracias a la cual logramos presenciar una bella escena de cata de alimentos donde, para realzar el sentido del gusto, se vendan los ojos, y deben averiguar que están probando. Nunca probar alimentos ha sido tan erótico a la par que romántico.

Bien es cierto que hemos visto en los últimos tiempos muchas películas centradas en la naturaleza fugaz e impredecible de la vida y la muerte, y donde descubrir lo que hay más allá es algo tan importante como vivir el presente, pero Eastwood logra ofrecernos tres historias en una que nos muestran un nuevo punto de vista, sin aclararnos lo que hay más allá, pues no es su intención, y que nos deja simplemente las puertas abiertas para que sigamos pensando en esa «vida» tal y como lo hemos hecho hasta ahora. Quizás un final demasiado sencillo para un inicio tan impactante, pero a la altura de Eastwood.

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