viernes, marzo 29, 2024

Sangre y cenizas (XIII): ‘La marca del vampiro’

Retomamos la caza de vampiros, un oficio que a veces trae sorpresas como la trama de La marca del vampiro. No os desvelaré cuál, pero los que la hayáis visto o los que os animéis a verla comprobaréis un giro inesperado de la historia que dejará indiferentes a unos, sorprendidos a otros, y quizá un poco molestos a los que buscaran más peso de la propia historia de vampiros en la balanza entre «terror» e «historia de detectives» de esta película dirigida por Tod Browning, responsable de unos cuantos clásicos del cine de terror vampírico.

La acción discurre en un pueblo presidido por un castillo ruinoso en torno al cual giran rumores y leyendas. Atemorizados por la noche, los habitantes de la zona sienten un profundo respeto hacia el mito del vampiro y hacen gala de una honda superstición en torno a esta criatura de la noche. El pánico de muchos de ellos se disparará cuando comiencen a relacionar varios sucesos ocurridos en el pasado con el repentino asesinato de sir Karell Borotyn.
La aparición del conde Mora (Bela Lugosi) y de su hija (Carroll Borland) en el entorno del castillo y la leyenda de que ambos no son sino vampiros será otro elemento perturbador para el pueblo, sobre todo cuando la hija de sir Karell y su prometido sufran un ataque de manos de lo que parece ser una criatura de la noche. El terror que sufren todas estas personas contrastará con el escepticismo del inspector encargado del caso, que intentará hacerles entrar en razón para lograr detener al asesino.

La presentación del relato como un historia detectivesca es interesante, pero la puesta en escena del mito vampírico a través de la concepción que los personajes tienen de él resulta brusca y exagerada, con algunos planos de escucha poco menos que ridículos para mostrar el miedo de algunos de ellos.

La historia va cobrando un poco de credibilidad con las escenas de acoso del conde y su hija, que me hizo recordar de pasada un asedio parecido al de La noche de los muertos vivientes (1968) cuando vemos a la hija del conde acechando tras la ventana, o los nuevos vampiros caminando como zombies. Algunos planos de los propios personajes vampíricos dejan entrever la maestría del autor y del actor, pero la rapidez con la que esos planos cambian a otro con prisa, deshacen el encanto y la atmósfera de la escena, muy conseguida en los escenarios de la casa y del castillo, para ser la década de los 30, con encomiables intentos de dar vida a la historia con algún efecto especial.
Sin embargo, el desarrollo de la trama es lento y a veces aburrido, carente de ritmo y pesado en parte por la aparición de un personaje, el profesor Zelen (Lionel Barrymore), una especie de Van Helsing pero más académico, que llegará a irritarnos con su actitud didáctica que se mueve entre la prudencia, el temor y la calma más exacerbante, revelándonos las debilidades vampíricas, sacadas de Dios sabe dónde, aunque esta actitud tendrá en la resolución de la película una explicación, pero que a mí me resultó poco satisfactoria.

No obstante, el ambiente donde se desenvuelve la acción está muy conseguido, y la actuación de Bela Lugosi puede considerarse sobresaliente si se tiene en cuenta el momento de rodar la película. Sin duda, un título pionero del que se pueden sacar cosas muy aprovechables, y su duración de tan solo una hora hace que sea inexcusable gastar un rato para verla.

El vampiro según… La marca del vampiro (muy pero que muy spoiler).
*Origen. En principio parece ser que la repetida mordedura del vampiro transforma en uno de ellos, pero la realidad es que no existe tal vampiro, todo es una farsa del inspector y el doctor para asustar al asesino, utilizando un doble de sir Karell, para lograr que confiese, al ver revivir al difunto.
*Motivación. La motivación parecía la de alimentarse, no era tal. El conde Mora no es más que un actor que quiere engañar al asesino.
*Poder. Transformarse en murciélago y hacer perder la consciencia a las personas son los poderes que parecen advertir los lugareños debido a la propia sugestión, o al fingimiento. El verdadero poder del vampiro está en el miedo de las personas a que sea real.
*Entorno. Un pueblo sumido en la más profunda superstición.
*Influencia. Se trata de la típica historia de un conde vampiro que ronda el castillo en ruinas y atemoriza al pueblo.
*Debilidades. Los lugareños se protegen colocando ramas de espino en las puertas y ventanas.

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