martes, marzo 19, 2024

Sangre y cenizas (III). ‘Déjame entrar’

El cineasta Tomas Alfredson recrea en Déjame entrar (Let the right one in) una adaptación de la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, responsable también del guión. A diferencia de otros guiones de películas vampíricas, al hablar de responsable no me refiero a culpable. En este caso nos encontramos ante una producción sorprendente, misteriosa y entretenida.

La película nos relata un fragmento de la vida de Oskar, un niño de 12 años que vive en un suburbio de Estocolmo y que sufre el continuado y violento acoso de varios de sus compañeros de clase, lo que unido a su complicada situación familiar deriva en una personalidad intimista, frustrada y en cierto modo violenta. Paralelamente, nuevos vecinos llegan al barrio, una nueva familia entre cuyos integrantes se encuentra una niña de una edad parecida a la de Oskar.

Rápidamente resulta obvio para el espectador, si no supiera de antemano que la historia es de vampiros, que la niña evita la luz a toda costa y que se muestra insensible al frío de este paraje urbano y nevado. La película comparte con el espectador cómo comienzan a estrechar lazos los dos niños (la niña, Eli, lo es al menos en apariencia), ambos con evidentes problemas de integración, carácter y conducta.

Entre los aspectos interesantes de esta producción encontramos la importancia que dan en la trama a las dificultades para hallar alimento para la vampira Eli, asociados al dilema moral del familiar de la niña, obligado a asesinar para encontrar sangre para la pequeña. De esta manera entra en juego la figura del criado y protector, sometido a la voluntad del depredador, tanto física y emocionalmente como a través de una relación de evidente temor.

No cabe duda de que Déjame entrar es una película de vampiros, pero es mucho más. Sin duda es una película acerca de lealtad (ya sea inspirada en la sangre, en los lazos familiares, en los intereses comunes, en los sentimientos), y sobre las dudas de qué lealtades poner por encima de otras; también es un relato sobre supervivencia, sobre la línea que separa esa supervivencia de la maldad. A lo largo de esta ficción nos encontramos con una víctima frustrada e indefensa, encarnada en Oskar, que se esconde en sí misma y que, seguramente, llegue a generar nuevas víctimas en el futuro, puede que de forma irremediable y cíclica.

Déjame entrar no sólo nos trae de nuevo la figura de un ser inmortal atrapado en el cuerpo de un menor (como ya ocurriera por ejemplo en Entrevista con el Vampiro), nos plantea una dura historia que maneja al tiempo varias escalas de valores diferentes y dificulta una comprensión ética de lo que está pasando porque si la vida es una lucha de las especies por la supervivencia, evidentemente la forma de supervivencia del vampiro a través de la violencia está más que justificada, en comparación con la violencia ejercida por parte de los compañeros de Oskar. Más aún, si tratamos al vampiro y al hombre como especies diferentes, no hay mucho más de lo que hablar. Sálvese quien pueda. El hombre pasa a ser un débil pero violento mamífero y el vampiro, la cabeza de la cadena alimenticia.

En la película vemos muchos niveles de depredación verticales y horizontales y desde luego, el que parece más detestable es el de los compañeros de clase de Oskar hacia él, por la falta de necesidad de esos actos. Eli se mueve en la necesidad, y aunque se ve obligada a recurrir al asesinato para seguir viva, sus actos de caza no dejan de ser impactantes por la violencia que desprenden y lo explícito de algunas imágenes.

Por otro lado, la forma en que se retrata el papel del criado y sus dificultades para conseguir alimento son francamente formidables, plasmando de una forma genial la acumulación de la culpa. Como también queda reflejado de una forma visceral y convincente el hambre del vampiro, el ansia de sangre que le encadena y le rebaja más allá de sus propios deseos y sentimientos; todo ello ambientado en un paraje duro, hostil, para remarcar ese aspecto de supervivencia al tiempo que se recurre al poético contraste entre el rojo de la sangre y el blanco de la nieve.

El relato audiovisual tiene una fotografía impresionante, intriga constante, fomenta una permanente curiosidad y va progresando de tal forma que nos muestra poco a poco y sin prisas la concepción que el autor tiene sobre el vampiro, sus fortalezas y debilidades, la forma en que difunde su “mal”, sus poderes y sus caracteres. Nos lleva hasta los misterios y nos desvela poco a poco las respuestas manteniendo su cuota de suspense, hasta llevarnos a un final coherente y genial que deseo que veáis vosotros mismos si no lo habéis hecho ya; remitiéndoos, como yo mismo haré, a la novela para profundizar en otros aspectos que en la película se tratan sólo de pasada y que en el libro seguro que reciben un tratamiento más intenso, dando lugar a nuevos y grotescos niveles de depredación y depravación dentro de los propios seres humanos.

De nuevo el relato vampírico se presenta como un reflejo de lo peor del hombre, o del miedo de la Humanidad a los parajes más oscuros, bestiales y abominables del alma humana.

El vampiro según… Déjame entrar (Spoiler).

*Origen. Hay un factor claramente sobrenatural. El vampirismo se transmite a través de la mordedura del vampiro. Un ser humano mordido por un vampiro comienza a sufrir el ansia de sangre característicos de estos seres.
*Motivación. La supervivencia. El ansia de sangre les domina y es su motivación principal, aunque pueden verse arrastrado por otro tipo de emociones, que serán secundarias.
*Poder. Ciertamente, generan miedo más allá de su propia peligrosidad, de hecho tras su apariencia se esconde un rostro oculto y temible que revela su verdadera edad y su origen sobrenatural. Disfrutan de una fuerza y agilidad sobrehumanas.
*Entorno. En esta ocasión se les vuelve a presentar en un entorno aislado, de inclemencias climatológicas donde pueden actuar de una forma más discreta.
*Influencia. En la película tiene una importancia clave el papel del sirviente que las protege y les busca alimento, a quien tienen sometido por el miedo y por lazos sentimentales difícilmente descriptibles.
*Debilidades. La luz solar es mortal para ellos, quema su piel. Como narra el mito, un vampiro no puede entrar en un lugar donde no haya sido invitado explícitamente, a riesgo de desangrarse. Ciertamente, el ansia de sangre es la fuente de su existencia y a la vez una adicción que le condiciona por completo, puesto que no pueden alimentarse de otra manera. Además, los animales son capaces de diferenciarles de los humanos, arrebatándoles su coartada y actuando contra ellos de una forma muy violenta.

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