Resulta, y transfiero literalmente, que en Saigón (Vietnam), tras la muerte de su madre, una muchacha tiene que abandonar los estudios para hacerse cargo de un café propiedad de su familia. El radical cambio que experimenta su vida, así como los sentimientos de pena y soledad, hacen que se sienta cada vez más confundida…
Pues vale. Si ellos lo dicen será porque lo pone en la documentación que han enviado los directores del cortometraje, y si los directores del cortometraje han escrito esa sinopsis, no soy yo nadie para contradecirles. Yo lo único que he visto son 15 minutos de despliegue visual (una animación curiosa, eso sí, mezclando figuras animadas por ordenador con escenarios reales filmados) sin hilo argumental claro, una chica sangrando hormigas, un café que se muele a golpes, jarras de agua hirviendo que caen sobre desagradables ratas que una vez muertas vuelven a aparecer vivas, la chica sangrando otra vez, más ratas, más agua hirviendo, un chico que busca a la chica que ahora está desnuda, la chica machaca la cabeza al chico con una piedra, más sangre, más ratas, más hormigas, más café. Fin.
Si a los directores les ha servido como terapia me alegro por ellos. Yo hubiera sido más feliz sin ver este cortometraje y haber pasado directamente al largo, pero a veces hay que pagar peajes. Y hay que reconocer que otras ocasiones ocurre lo contrario, que mientras ves el largometraje piensas «cielos, ¿porqué no duraría más el corto y menos este bodrio?¨ Este año todavía no me ha pasado.