jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Insurgente’: Anodina secuela cómoda y poco resolutiva

Las críticas de Óscar M.: Insurgente

Prometo que antes de ver Insurgente o hacer esta crítica no estaba predispuesto a cargar contra ella, porque Divergente, a pesar de su tontería adolescente, me dejó la sensación de que había más y mejor historia gracias a la planificación que se hacía para las continuaciones (y por Kate Winslet, por supuesto).

Pero en cuanto comienza la película ya tenemos una sensación de aburrimiento y sopor que no se consigue abandonar en las dos horas de duración. Aunque Insurgente no llega a ser aburrida y el espectador no da cabezadas, todo lo que se ve en pantalla es tan «externo» y genera tan poco interés que es como ver un telediario: uno ya está inmunizado y da igual si hablan de política, deportes o asesinatos, todo es lo mismo.

Por si algún espectador está perdido, hay una pequeña y ocurrente introducción-resumen donde se recuerda que la sociedad está dividida en facciones, donde los integrantes de cada una de ellas tienen una cualidad o característica destacada. Pero existe un tipo de personas que son inclasificables, porque tienen características de todas las facciones, son los Divergentes (un peligro para el sistema establecido).

Las escenas de Insurgente cuando no son un sueño son una simulación y las que son escenas «reales» comienzan con aburridas conversaciones sobre el «arriesgado» corte de pelo de la protagonista (intentaban ser radicales como Ripley en Alien 3 y les ha salido una pataleta de cría con pesadillas místicas), siguen con los debates sobre lo que es mejor o peor para la sociedad, pero sin contar con ella (algo parecido a lo que hacen actualmente los políticos) y dudas místicas sobre una caja (que se han sacado mágicamente de la manga) y el futuro de la «mesías».

Todo lo anterior salpicado con sus respectivos y previsibles toques de incoherencia (al final de la anterior, Tris quería matar a la líder, después le perdonó la vida, al principio de la secuela la quiere muerta a toda costa, pero luego no… la bipolaridad de la protagonista marea al espectador), las constantes traiciones de sus compañeros (como en Los juegos del hambre) y, por supuesto, repiten constantemente las características de las facciones: los de Osadía van corriendo siempre (no saben andar sin ir gritando o dando saltos, como ya demostraron en la anterior entrega) y los de Cordialidad viven en un absurdo mundo de fantasía donde todo es paz y armonía. Además hay que añadir las reiteraciones aburridas que sólo confirman lo que el público ya sabe desde la primera parte y que ahora se empreñan en repetir (por si algún espectador se ha dormido): los Divergentes no son los malos de la historia.

Un guión que no avanza (al final de Divergente los protagonistas estaban al borde de muro y ahora vuelven a estar dentro para volver a mirar más allá al final, absurdo), unas premisas cogidas constantemente con pinzas (los más buscados de toda la ciudad viven en una comunidad -que no está oculta ni mucho menos- a sólo quince minutos en coche de la propia ciudad) y unas resoluciones tontas, poco interesantes (como el mensaje del cubo) y, lo que es peor, nada sorprendentes.

Robert Schwentke trabaja mejor en espacios cerrados y, tras conseguir llamar la atención con Plan de vuelo: Desaparecida, aquí se le va el argumento de las manos (aunque menos que con R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal) y abusa de los planos aéreos, los cambios de ritmo (Robert, las escenas a cámara lenta ya no sorprenden al espectador) y un conformismo de fotografía y encuadre que aburre hasta a los cuervos que se empeña en meter en varias escenas.

Como pasó con Divergente, su protagonista Shailene Woodley (que tiene un pelo que se peina solo en esa escena cuando habla con su hermano tras una pesadilla…) no consigue transmitir al público nada de su sufrimiento interior. No llega al nivel de «estoy oliendo caca todo el tiempo» o «me da mucho asco estar aquí» de Kristen Stewart en Crepúsculo, pero está muy lejos de ser Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre, aunque llore, patalee o se retuerza, su interpretación es plana y su pelea contra sí misma es bastante ridícula, y excesivamente coreografiada.

Por suerte está de nuevo Kate Winslet, que ha encontrado en Naomi Watts alguien que está a su nivel interpretativo, y ambas consiguen que el espectador se entretenga y consiguen dar algo de valor a una historia tan planificada que da miedo pensar qué se habrán reservado para la adaptación del tercer libro, llamado «Leal», que han tenido que dividirlo en dos partes. Las adaptaciones de las novelas de Veronica Roth dan mucho sueño.

3 COMENTARIOS

  1. A mi la primera entrega me pareció ya bastante insulsa así que según me pones esta..

    Y respecto a la protagonista.. anodina a más no poder.

    "No llega al nivel de "estoy oliendo caca todo el tiempo" o "me da mucho asco estar aquí" de Kristen Stewart en Crepúsculo" Jajajajajajajajajajaja, tremendo comentario xD

  2. ¿No llega a ser Jennifer Lawrence? El personaje que menos transmite en los Juegos del Hambre, por más que le impongan el titulo de la heroina sufrida que paga las lágrimas en cuotas. Jaj.

    • JAjajajajja, ciertamente es una actriz que en otras películas ha conseguido mucho, pero en Los Juegos no está al nivel de otros trabajos, y aún así consigue al menos dar más carisma a su personaje que aqui Shailene, a la que nos ha faltado algo para que nos enganchara

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