jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Annie’: El sol no brilla en el mañana de esta versión

Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: Annie
 

¿Alguna vez habéis salido con alguien que acabara de ser abandonado por el amor de su vida? Da igual cuánto lo intentes, nunca podrás llenar sus zapatos. Los remake deben de sufrir del mismo modo, sólo en contadas ocasiones superan al original. Si encima te decides por rehacer un clásico, la derrota es segura. Eso es lo que ocurre con Annie: tenía todos los ingredientes para mejorar, o al menos igualar, a la versión John Huston de 1982 y, no obstante, termina convertida en una mediocre película musical que en ocasiones roza el ridículo. ¿Pero acaso John Huston lo hizo mejor? Creo que Annie de 1982 puede haber alcanzado con los años un prestigio inmerecido dentro del género.

Hagamos un pequeño resumen de la primera versión. Annie es una huerfana criada en un hospicio por la mezquina Srta. Hannigan. Un día, la asistente de un millonario neoyorkino le propone pasar una cena navideña con su jefe a quien no le gustan los niños. Por supuesto, Annie no es una niña corriente y se gana el corazoncito de pudiente Oliver Warbuck, a quien llama cariñosamente «papi», y que decide adoptarla. La Srta. Hannigan pronto descubre que los padres de la pequeña murieron en un incendio y dejaron una pequeña fortuna a su hija y, con el fin de ganar ese dinero, crea unos falsos padres interpretados por los timadores Rooster y Lily. Finalmente todo sale bien; los malos pagan por sus actos y los buenos disfrutan del amor de una familia, y además está el presidente Franklin D. Roosevelt que se hace muy amigo de Annie, porque eso es lo que hacen los presidentes; amistad con los más desfavorecidos.

Bueno, visto así, tal vez un remake no sea tan mala idea, hay tantas cosas que mejorar… Eso intenta Will Gluck, quien hace años resucitó la comedia adolescente heredera de John Hughes con Rumores y mentiras. Desgraciadamente esta vez no le ha salido tan bien la cosa. Y no es que la película no tenga mejoras, porque las tiene y son de agradecer. Para empezar, el millonario, que aquí se llama Will Stacks, no soporta a los niños y se ve obligado a dar cobijo a Annie para mejorar las encuentas de popularidad que están tumbando su deseo de convertirse en alcalde de Nueva York. No sé a vosotros, pero a mí la idea de un millonario pagando por una huerfanita por Navidad sin razón aparente me parecía un poquito sórdida. Además, también ha sido un acierto por parte de Gluck, que se hace cargo del guión, el deshacerse del término «papi». Annie se dirige al millonario como «Sr Stacks» al principio y como «Will» al final, sin papis ni papichulos, ni nada por el estilo. El momento presidencial también ha sido eliminado, así que si esperabais a Obama cantando «Tomorrow», olvidadlo.

Los arreglos musicales, en los que los ruidos de la ciudad de Nueva York son un instrumento más, son refrescantes y renuevan un libreto que había quedado algo enmohecido para una versión ambientada en la actualidad. Además se agradece la incorporación de dos canciones, «Moonquake Lake» y «Opportunity», compuestas por Sia y Greg Kurstin. Desafortunadamente, para ser un musical tan alegre, Annie carece de vistosas coreografías, y los actores parecen bailar improvisadamente intentando salvar la escena. 

El fracaso tampoco debemos buscarlo en su reparto. A pesar de aquellos puristas que criticaron que en esta nueva versión tanto la famosa huérfana como el millonario fuesen afroamericanos, la pareja protagonista está ideal. Quvenzhané Wallis, de la que me enamoré por Bestias del sur salvaje, es una Annie excepcional que supera con mucho a la de Aileen Quinn del 82, principalmente porque Wallis es una niña con un talento inmenso para la interpretación y que con 12 años ya tiene nominación a mejor actriz en los Globos de Oro y los Oscars, además de varios premios ganados en otros prestigiosos certámenes. Su Annie es tierna, divertida, activa y descarada y su voz en la versión original, a pesar de no ser cantante, es una delicia, melódica sin mucho fuelle, pero infantil y mágica. En cuanto a Jamie Foxx, a pesar de no ser Albert Finney, consigue un respetable Will Stacks que, si bien no estará en el top ten de su carrera, puede confirmar lo que ya nos mostró en Ray, que Foxx tiene talento no sólo para la interpretación, sino también para la música. Cerrando el trío de oro, hemos de mencionar a la preciosa Rose Byrne como la asistente de Stacks. Byrne está correcta y resulta un punto a favor de la elegancia y el humor en la película. Pero el reparto no brilla del todo. La Srta. Hannigan es un personaje demasiado importante como para dejarlo en manos de una Cameron Diaz incontrolable e histriónica que en momentos parece haber robado La máscara que la llevó a la fama. Sus dotes de canto son de menos cero y recuerdan la escena de karaoke de La boda de mi mejor amigo. Finalmente, a Bobby Cannavale le toca cargar con el papel del malo. Con una voz magnífica y un talento escénico ya demostrado en Blue Jasmine, es lamentable que no hayan sabido darle más juego, abandonándolo en un muy secundario papel.

Lo imperdonable de la película está en su guión que parece perderse al desvincularse de la idea original, terminando en una persecución en helicóptero que no viene a cuento y parece usada para rellenar minutos. Además, si Annie ya es una historia bastante azucarada, esta versión alcanza momentos de vergonzoso empalago que harán que los padres quieran sacarse los ojos mientras sus niños disfrutan de la historia.

Por desgracia, el pase de prensa fue en versión doblada al español. Aquí, la pequeña es interpretada por la ganadora de La voz kids, María Parrado. Con una voz impresionante que nos interpretó en directo un trocito de «Tomorrow», estoy segura de que esta niña se movería sin problemas en su propio musical. En este caso, no obstante, su voz no es todo lo aniñada que es la de Quvenzhané Wallis, y a pesar de ser más impresionante y educada, no se acopla a los gestos de la actriz norteamericana. Lo mismo ocurre con el resto del doblaje. Por favor, señores productores, los musicales con subtítulos.

Es una verdadera lástima que una película con tantas posibilidades y ganas de hacerse bien se quede en tan poco. Sin duda, los amantes del género y de su versión anterior, pensarán que no ha valido la pena, y soñarán con el día en que se haga un buen remake. Quién sabe, podría ser mañana… 

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