jueves, marzo 28, 2024

Crítica de ‘Divergente’: La guerra explicada para niñas adolescentes

Las críticas de Óscar M.: Divergente

Desde hace tiempo las adaptaciones de novelas en las que se interesa Hollywood están centradas en ofrecer versiones adolescentes de problemas de adultos: como la lucha de clases, los separatismos, las sectas o los problemas sexuales y de pareja.
Este último aspecto lo desarrolló la saga Crepúsculo (que básicamente es la historia de una adolescente que se enamora de un hombre mayor que ella y tiene que lidiar con el rechazo social), y para representar en pantalla todos los demás problemas se ha adaptado Divergente, una versión «suave» de Los juegos del hambre (copia bastarda, para adolescentes y con más presupuesto de la saga Battle royale), cruzada con una representación exagerada de la selectividad estudiantil y la posterior elección de una carrera universitaria.

De esta forma, la industria del cine trata a los niños (que aún están en plena pubertad) como adultos, representando en pantalla su paso a la madurez, introduciéndolos en los problemas de la sociedad, y, de paso, atrayendo nuevo público a las salas.
Divergente es la mejor representación de esta corriente: la protagonista (tiene que ser una chica, para que el sector femenino no se sienta discriminado) vive en una sociedad futura donde las clases sociales están perfectamente definidas en función de los valores que predominan: ella pertenece a una clase obrera que se debe a los demás (algo similar a la clase religiosa), y también están los hippies (que se encargan de labrar la tierra), los políticos, los legisladores y los «malotes» (considerados el cuerpo de seguridad, son los que trasnochan, beben, se hacen tatuajes y se divierten).
Una vez que los niños llegan a una determinada edad (no especificada y es un agujero del guión de casi un kilómetro) deben elegir si permanecen en el estamento en el que han nacido o cambian, pero su elección será definitiva o vivirán la margen de dicha sociedad (hábilmente se aprovecha para transmitir al público que deben realizar un proceso interno de reflexión y decidir hacia dónde quieren enfocar su vida como adultos).

Tras la elección de la protagonista, la película se centra en explicar el origen y desarrollo de una guerra entre las facciones de la sociedad, todo muy bien explicado con un nivel de primaria, con las obligatorias (e innecesarias) escenas románticas y de «acción segura» (como el incomprensible tren que nunca se detiene o hacer parapente por la ciudad), para que las crías estén emocionadas durante casi dos (largas) horas y media.

Argumentalmente no es una película que suponga un reto para el espectador, es fácil de seguir (queda muy claro el público sin preocupaciones ni obligaciones al que está enfocada) y no se hace pesada, aunque sí es aburridamente previsible y tiene poco nivel de sorpresa, y tanto visual como musicalmente no es nada destacable sobre otras producciones de temática similar enfocadas al mismo tipo de público (a estas alturas, la música y los efectos son intercambiables entre producciones).

Desafortunadamente Shailene Woodley no es Jennifer Lawrence, ni su personaje es la sufridora y entregada Katniss de Los juegos del hambre, por mucho que ponga «cara de pared» o intente ser la líder (el público más exigente se dará cuenta de que es una versión descafeinada de la otra saga), y los personajes masculinos son un mero complemento inservible y están muy desaprovechados (¿tal vez una crítica oculta al cine de acción eminentemente masculino?).

Por suerte, Kate Winslet sube el nivel interpretativo de la película, de lejos es la más creíble, la que mejor habla, la que mejor sufre… es excepcional cómo consigue transmitir en el papel cuasi adolescente de Eternal sunshine of the spotless mind y ahora es absolutamente verosímil como dirigente de toda una comunidad. Sin duda es lo mejor de la adaptación, mientras que el resto de los actores llegan al aprobado sin más repercusión.
Quizá por ser la primera de la saga sólo se aprecia la punta del iceberg, se intuye que el sistema social impuesto es más grande de lo que se ve y que las repercusiones de esta entrega se verán más adelante. Si el estudio pretende que la saga cambie la vida del espectador (como publicita), no será ahora, tendrá que ser al final de la tetralogía (aunque, dado que no soy una adolescente con coletas, tengo mis dudas).

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